La energía de septiembre nos lleva a todas a pensar en nuevos propósitos, he decidido contarte los míos, a ver si así la fuerza para cumplirlos se multiplica.
El primero de todos es pedir y alzar la voz cuando quiera algo. Una de las mil Andreas que habitan en mí es una niña pequeña celosa y envidiosa. No es mala, solo está asustada y llena de miedo. La primera psicóloga a la que fui en mi vida hace ya, para mi sorpresa y alegría, más de cinco años, me lo dijo en la primera consulta: tienes que trabajar tu asertividad. Yo no tenía ni remota idea de lo que era eso y al descubrirlo se me abrió un mundo. Claro está que hemos avanzado desde entonces, pero la asertividad se cuela en un montón de aspectos de tu vida. En la relación que tienes con tus familiares y su núcleo, en tu pareja, si es que la tienes, en tu trabajo, en tus amigas, con personas desconocidas o contigo misma. Me gustaría decir que tengo todas estas ramas controladas, pero no es verdad. Unas más que otras y según temporadas. Además soy una persona que necesita sus tiempos para expresarse y no todo el mundo está dispuesto a dártelo. Por eso se me da mejor escribir, porque puedo pensar a mi ritmo y puedo así decir lo que realmente quiero. No sé que sería de mí sin escribir.
Cuando no pides las cosas, no te estás responsabilizando de ti misma. Estás esperando a que alguien te adivine la mente. Así he pasado años y años. Así que esto ya no lo quiero más. Lo descarto. Lo destierro de mi modus operandi.
En el segundo nos mantenemos en terreno emocional. Seguro que te suena. La culpa. Sentirte culpable por salir y divertirte, sentirte culpable por decir que no a un plan, por tener abandonada a gente que también te tiene abandonada a ti, por poner límites, por todo. Pues de esto si que no quiero oír ni hablar. Llevo trabajando mucho en este ítem y seguro que tú también estás hasta la coronilla de esto. No puedes evitar, a veces, sentirte así, pero lo que si que puedes controlar es tener tiempo y espacio para escucharte. Negociar contigo misma. ¿Cómo vas a negociar tu salario si no eres capaz de negociar contigo misma sobre cuándo sentirte culpable?
El tercero es mejorar mi relación con la comida. Soy de esas personas que tienen un mal día y se compensan comiendo, me encanta cocinar y me relaja muchísimo, pero no siempre lo hago desde un lugar sano. Desde pequeña siempre he tenido miedo a que se acabara el plato o no tener suficiente antes de empezar a masticar. Pues bien, ya no más. Quiero comer cuidando mi cuerpo y seguir disfrutando de platos deliciosos sin sentirme culpable. Para esto podemos relacionar directamente el cuarto propósito escuchar a mi cuerpo. No hay nada más importante que esto. Muchas veces me pide comer bien, pero si es domingo y estoy triste, ganan las ganas de la recompensa. Es como cuando la gente se siente mal y se va de compras a Zara. Pues a mí me pasa con la pizza. Quiero comer pizza, pero no cuando mi cuerpo me está haciendo señales a todo volumen, de que no me va a sentar bien.
El quinto creo que es el más importante: divertirme más. Me he dado cuenta de que en mi vida todo es trabajo o comer por ahí. Te explico. En el marco social en el que vivimos, ya sabemos todas que la precariedad está a la orden del día. Así que es difícil vivir de un solot trabajo. Para una persona como yo, que se aburre fácilmente de las cosas y que necesita que los días sean un poco distintos unos de otros, esto puede tener alguna ventaja, pero lo cierto es que voy convirtiendo mis pasiones en mis oficios.
La primera pasión que tuve fue la fotografía y la sigo manteniendo a día de hoy. Luego han venido más. Hace un par de años, en mis propósitos estaba vivir de la fotografía que me gustase y estoy orgullosa de haberlo conseguido casi del todo. Me sigo emocionando al hacer fotos, conocer personas a las que otra forma no hubiera coincidido en la vida, sentirme poderosa con la cámara, saber mirar lo que otra gente no ve, me fascina. Siento como un impulso extraño que no me ha abandonado aún, después de llevar catorce años haciendo fotos.
Si pienso en divertirme se me viene a la mente el cine, ver una exposición, leer un libro o escribir. Cosas que voy incorporando como parte de mi trabajo. Me estoy convirtiendo en una persona seria y no quiero. Quiero hacer cosas nuevas, cosas que se supone que no van conmigo, pero que no hago por miedo o por seguir la propia inercia del personaje que me he creado.
El seis es muy sencillo, cuidar más.
El siete es ahorrar, a ver si después de treinta años lo consigo. :)
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